jueves, 11 de noviembre de 2010

Autobiografía familiar.



Mi madre es un ser de otro planeta, aunque su fisonomía sea la de un ser humano común su condición mental resistencia y ganas de luchar por mí son las de un atleta de alto rendimiento 10 veces campeón del mundo en las olimpiadas.

 Es un ser incansable, mil días al pie de mi cama siempre que estuve enfermo. Noches interminables en vela en todos los hospitales de la Habana, nunca durmió lo suficiente en ninguno de ellos como para que la viese dormida. Pendiente de mi respiración a causa de mi asma y de mi alimentación a consecuencia de mi alergia. No falló a las consultas semanales ni a los tratamientos que mantuve durante años. La constancia es una de sus más grandes virtudes. Aunque la fuerza y determinación están a la misma altura.

Mi madre ha vivido tanto que desde siempre ha podido ver mi futuro y de hecho ha escogido por mi en alguna ocasión. Sabía cuando lo había hecho mal con tan sólo verme andar. Cuando te haces adolescente te invade un aire de libertad e independencia que te hace creer que sabes más que tus padres. Así que solía juzgar su comportamiento antes de comprender lo que me decía. Pensaba que me subestimaba. Pero cuando te haces mayor y logras dominar tus ansias de libertad e independencia entiendes que lo hacía por protegerte. Gracias mamá.

Mi madre nunca renunció a nada por mí. Yo me convertí en su máxima prioridad. Lo primero venía después de mí, lo primero era secundario, después de mí todo lo demás. Soy un hombre con mucha suerte y doy gracias a dios por haber puesto en el camino de mi padre a esa maravillosa mujer que es mi madre a la que quiero y respeto incondicionalmente.  Sólo espero estar a la altura y no defraudarla nunca. 

Mi padre me dijo una vez que jamás sabría lo que significaba ser hijo, hasta que no fuese padre. En su momento  no comprendí lo que decía y aunque todavía a día de hoy no tengo hijos opción que no descarto. La distancia que nos separa me ha hecho valorar el significado del sentimiento de ser padre que claro está, no es remotamente comparable con serlo. A través de sus mensajes de teléfono puedo ver la desesperación que produce la impotencia de no manejar el tiempo a su antojo. La impotencia de quien entrega un amor incondicional por encima de todo deseo terrenal sólo pidiéndole a dios para que todo te vaya bien y le permita verte una vez más antes de morir. Ese sentimiento es eterno e inequívoco, al menos para mi padre. Que el paso de los años no ha reblandecido, de corazón noble y sonrisa mágica. Así es mi padre.

Mi hermana es hermosa por donde quiera que la mires no tiene desperdicio. Es una mujer soñadora y llena de ilusiones. Una madre excepcional con una fantástica mano para la cocina. Orgullosa y con mucha clase, pero también muy modesta y sincera. Nunca me juzga tan sólo me corrige y me apoya. Nunca pide más de lo que puede dar y amiga de sus amigos. De mi madre heredó la constancia, y de mi padre el buen carácter.

He comentado en alguna ocasión que la suerte es un factor vital en esta vida. Creo que es el primer factor y luego viene todo lo demás. Haciendo balance de mi vida hasta hoy. Creo que soy muy afortunado por la familia la tengo.  Y espero que se mantengan con vida muchos años más. Porque yo no dejaré de necesitarlos nunca, incluso cuando ya no estén.