En el eco resuenan sabias palabras. Y para quien no se detiene a pensar en ellas, no dicen nada. Sin embargo fueron dichas y luego escritas con toda intención. Por ejemplo: "Dicen que hay dos tipos de dolor. El dolor inútil y el que nos hace más fuerte." Y sobre estas mismas palabras, a veces me pregunto: Si algunos tuvieron la posibilidad de elegir una de las dos opciones, ¿Por qué hubo otros que simplemente eligieron las dos? Especulando pienso, que simplemente el hecho de saber de su propio error y el deseo de revertirlo los arrastró inevitablemente a esa situación, en la que no hay paz, solo una gran lucha interior con momentos de sufrimiento, gloria, calma y dolor sin un orden específico, sin caos, en la que una cosa lleva a la otra, donde no hay tres sin dos.
Quien elige el dolor, sabe que el castigo le privará de algo que aprecia y ese es el camino que encuentra para su propia redención. Quien eligió el dolor, probablemente no tuviera otra elección y aunque sin saberlo de alguna manera eligió también la autoflagelación. A sabiendas de que hay cuentas del alma que nunca se han de pagar, aunque el tiempo casi siempre termine por hacer su magia ocupando su lugar. De alguna manera y como dice el refrán: "Después de la tormenta viene la calma." Sin embargo para quien elige el dolor no hay momento de paz.
Los que eligieron ser fuertes, antes tuvieron que elegir el dolor. Y en algún momento fueron tan pesimistas que solo estaban deseando perder, únicamente para tener la razón. Lo que les hizo fuerte no fue su margen de acierto sino su margen de error. Los que eligen ser fuertes, no lo hacen por vocación, lo hacen por la misma razón de quien elige el dolor. Entendiendo que el sacrificio será el camino que encuentren para acallar la vergüenza de su propio error. Los que eligen ser fuertes saben que la vida también les privará de algo. Y esperan en algún momento premio o compensación. Sin embargo a veces ser fuerte se trata tan sólo de ser un buen perdedor...