miércoles, 22 de abril de 2015

No es mi realidad.



No es mi realidad idéntica a la de nadie. Así que no es algo de lo que me pueda copiar. Me copié algunas preguntas de algunos exámenes, me he copiado modas y en algún momento pretendí vivir mi vida como la de otra persona cuya vida me parecía genial. Pero la perspectiva de mi realidad era tan distinta, que nunca pude reaccionar antes los mismos problemas en la misma forma que la persona de quien me intentaba copiar. Así que en algún momento comprendí, que las cosas no significaban para mí, lo mismo que para los demás. Y decidí no copiar a nadie y entonces descubrí que tenía que aprender. 

Y cuando creí saberlo todo, tuve que volver a empezar. Así una y otra vez. Y olvidar algunas cosas que había aprendido y volver a empezar, porque mientras más aprendía, más ajena me resultaba mi realidad. Y entonces descubrí que mi realidad era exclusivamente mía y que no era tan real. Descubrí por segunda vez, que las cosas no significaban para mí, lo mismo que para los demás. Y la pasé mal y si cabe decirlo de alguna manera sufrí, sin embargo era mi realidad, así que puede que realmente no estuviera sufriendo de verdad, al menos no desde la visión realista de otra persona o las coherencias más racionales de esa misma realidad. 

Y en ese punto me di cuenta que tenía tantas cosas nuevas por vivir, que algún momento comprendí que sería imposible que pudiera tener una respuesta acertada para todo por más que me hubiere empeñado en aprender. Y entonces entré en un dilema, porque sino lo había aprendido todo y mi realidad no significaba para mí lo mismo que para los demás. Había un porcentaje muy alto de que la intuición, la única parte de mí a la que me podría faltar por recurrir, me pudiera fallar. Y entonces volví a comenzar de cero, sin dejar de aprender, pero comenzando por lo más elemental, el respeto hacia mi mismo y hacia los demás. Porque la intuición a veces deja cabos sueltos y parches que volver a enmendar. Y sí, todavía me sigo equivocando, aunque ya menos veces es verdad. Sin embargo cuando llegas a comprender que el respeto es la base de todo, comprendes que tu suerte no es cosa de otros y que para recoger tienes que sembrar. 


Pavel Arquímedes.