sábado, 16 de noviembre de 2019
La idea...
La muerte es algo con lo que hay vivir. Y no importa en que dirección corras o donde te escondas, porque siempre te alcanza o al menos eso es lo que parece. Es un valor casi tan seguro como la vida. Y digo casi tan seguro. Porque en vida puedes hacer lo que quieras, lo que te propongas. Y si desde tu punto de vista no lo logras. Al menos en vida tu esfuerzo o creencia te otorga ese derecho u oportunidad a intentarlo, una y otra vez. Hasta que lo consigas o simplemente hasta que te hayas hartado. Por otro lado la muerte solo enmarca el fin de la materia. Y nos deja la incógnita de si puede haber vida en un más allá o para los más optimistas si el paraíso es algo real.
La idea de que siempre podemos hacer algo está ahí. Es más a veces nos persigue incluso nos quita el sueño. Lo que pasa es que muy pocos sabemos que es lo que podemos hacer para llegar esa escala común que la mayoría definimos como felicidad. No sabemos la cuantía de fracasos para dejarlo de intentar. Y a veces somos tan egoístas, que por lo que hacemos simplemente creemos merecer esa oportunidad o algo más que el resto. Solo porque cotizamos al alza nuestros esfuerzos que casi nunca compensan el valor de lo queremos alcanzar.
La muerte está en todo el recorrido. Morimos todos los días y nuestra naturaleza como un don nos regala cada mañana una nueva oportunidad. Siempre se puede empezar de cero al menos con uno mismo. Lo que nunca podremos hacer será volver a un tiempo pasado o deshacer lo que ya ha sido hecho y pretender en un nuevo intento que todo vuelva a ser para entonces igual. Somos millones de personas cometiendo los mismos errores. (Es lo que piensan algunos). Sin embargo otros vemos millones de personas que no lo dejan de intentar. Desde entonces me rijo por tres sencillas reglas. "Buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones". Y que el karma se ocupe del resto, hasta que la muerte ocupe su lugar...