miércoles, 19 de febrero de 2014

Propina o Limosna.









No deberían haber más razones por las que dejar propina que no fuere la de agasajar o recompensar en cierta manera las atenciones y el nivel de profesionalidad con el que nos han prestado algún servicio. A los que no me entendáis, yo no dejo propinas para ayudar a la persona que me presta un servicio, puesto que ya está cobrando un sueldo por ello. El que pueda dejar propina o no únicamente refleja mi nivel de satisfacción con el servicio recibido o la intención que se tuvo al brindarlo y por ende no lo considero algo de carácter obligatorio. 

Si tuviera que caer en la cuenta de las condiciones laborales o personales de la persona que me ha de brindar cualquiera que fuere el servicio, más que en el servicio que me está brindando en sí mismo. Es de mi parecer que más que una propina o ayudarle le estaría dando una limosna y yo soy altamente reacio a dar limosnas, tanto como a recibirlas. 

El que yo pueda dejar propina o no o el que yo pueda donar una (x) cantidad de dinero o no fuere cual fuera el beneficiario. No puede devenir en mí como un compromiso u obligación moral alguna que tenga de trasfondo el sentir en alguno de esos gestos un sentimiento altruista o de satisfacción personal como tampoco pena hacia el individuo al que se la entrego. Porque se perdería la verdadera intención en el gesto y su esencia con la plena certeza de no estarle ayudando al menos no como debiera. Concluyendo que todo lo que te den en esta vida haz de merecerlo, hasta el último centavo.


Foto: Reciclaje y Manualidades.