sábado, 1 de marzo de 2014

Una corazonada.


Las personas discriminan personas y en menos ocasiones pensamientos. Por eso te será muy fácil encontrar gente que te da la espalda ante una situación desfavorable o gente que prefiera incluso dejar de hablarte, antes de encontrar gente que se involucre de verdad intentando comprenderte.Únicamente porque todos somos consciente sobre nuestros derechos, sin embargo en muchas ocasiones no somos consecuentes con nuestros actos ni ejercemos con la misma moralidad nuestras obligaciones.

A veces la lógica humana nos limita clasificándonos en culpables o no culpables. Y el grado de culpabilidad varía según apariencia y caracteres, a veces simplemente basta con algo tan surrealistas como una corazonada sin saber que es nuestro subconsciente atosigado por nuestros propios pensamientos y desesperación el que interfiere. Y seguimos discriminando personas antes que pensamientos y nos vemos inmersos y desbordados por una guerra de sentimientos entre nuestro corazón y nuestro cerebro y nos herimos y de vuelta a la realidad y lejos de la metáfora te das cuenta que has caído tan fuerte y lejos que con morir no sería suficiente, como tampoco recuperar lo perdido y entonces tienes que volver y pedir perdón si debes pedirlo y mágicamente desaparecen las disputas y los culpables, los problemas y de las heridas sólo quedan cicatrices y algún recuerdo que te hace sonreír, por lo entrañable de su gesto. Y entonces comprendes que perdonar sólo te beneficia a ti y el odiar sólo te perjudica a ti o que simplemente todo no llega a ser "ojo por ojo ni diente por diente"





La mayoría de las veces la intención o el alma de las cosas que hacemos, tienen otro mensaje y se difuminan por la percepción con la que el receptor percibe su propia realidad y siendo el no perdonar un acto tan agotador. A veces tan sólo preferimos olvidar. Pero como tampoco somos capaces de olvidar para siempre o borrar de la memoria de una forma consciente, vamos más allá e ignoramos a las personas y a los problemas. Suelen ser la sabiduría y el tiempo quien nos obliga a perdonar, con la única satisfacción de no haber pasado el resto de nuestras vidas prisioneros de nosotros mismos...




Artista Plástico: Acción Poética Tucuman.