martes, 17 de mayo de 2011

Constancia, fuerza y suerte.

Para algunos la vida se resume en una cuestión de buena suerte o mala suerte y tienen tan arraigado esta creencia que la mayoría no llega a comprender la verdadera razón del porqué algunas cosas le suceden. Creo que por naturaleza tenemos un espíritu emprendedor y aventurero. Pero no todos gozamos de la confianza y la paciencia como virtud. Por lo que abandonar un proyecto u objetivo para muchos seguirá siendo más una cuestión de buena suerte o mala suerte que del esfuerzo, la responsabilidad y constancia con la que deberían afrontarlos para que lleguen a buen puerto.

Para otros la vida depende de besar un sapo, de alguna moneda, de sortear gatos negros en el camino, no salir los viernes trece, incluso hasta de pisar una mierda, que en ocasiones por este tipo de planteamientos de vida fortuito lejos de pisarla termina comiéndosela. Pero bueno al parecer en la venia del señor tiene que haber de todo. 

Para mí como para tanta gente la suerte es muy importante y no niego que siempre la deseo de mi lado, me juegue todo o nada en cualquier intento. Pero a diferencia de lo que creen algunos una parte muy importante de la suerte se hace. Y es que la suerte tiene dos caras y un ejemplo sencillo lo aplico a mi persona: 

De pequeño siempre tenía mi bicicleta rota era darle una vuelta a la manzana y tenía que colocarle la cadena o arreglarle el manillar. Las piezas estaban tan desgastadas que me pasaba una y otra vez. Y me cabreaba y la estampaba contra el suelo y la dejaba en el rincón sin tocarla y al otro día amanecía con las ruedas torcidas y deshinchadas y me desesperaba por mi "mala suerte". Y así estuve hasta que me compraron mi bicicleta nueva la cual limpiaba todos los días y cubría con una manta para que no se ensuciara, lo cual me hizo creer que mi suerte había cambiado radicalmente. Hasta que vi a un niño con mi antigua bicicleta, recién pintada a su gusto, y con todas las piezas que antes me daban problema no sólo arregladas sino que estaban personalizadas. El tenía la bicicleta perfecta para mí y yo sólo tenía una bicicleta nueva que a nadie le importaba ni admiraba.

Conclusión:
Todo depende del cristal con que se mire, no siempre lo que más deseamos es lo que más necesitamos y creo que en cierta manera la suerte siempre estará de nuestro lado a no ser que con nuestras acciones la espantemos. Un ser humano no es feliz por lo que tiene sino por lo que pueda llegar a ser o hacer tanto para sí mismo como por y para los demás.