jueves, 15 de diciembre de 2011

Oferta y demanda de trabajo.



Lo enrevesado de la situación económica actual hace que nuestras ganas solucionarlas nos lleve a estimar soluciones cuya efectividad es discutible . Un ejemplo de ello lo tenemos en la bajada de los precios. Unos precios muy bajos nos favorecen a todos o al menos eso es lo que parece. Pero la realidad es que para conseguir esos precios tan bajos se necesitan hacer ajustes en los costes de producción que se transmiten en una reducción de la inversión a esto hemos de añadir la tendencia del encarecimiento de las materias primas de forma gradual y sostenida que atenta contra los márgenes de ganancias de esa inversión y hace que muchos empresarios lo compensen con los desafortunados recortes en su plantilla de trabajadores.

Muchos son los despidos y muchos son los que debido al despido deben hacer recortes en sus economías. Por ende si una persona no trabaja sus hábitos de consumos se resentirán poco a poco pudiendo llegar a niveles muy drásticos. Viene siendo como el pez que se muerde la cola, si no trabaja no consume, sin consumo no hay demanda, y sin demanda no hay trabajo. Así que el abaratamiento de los precios no siempre tienen un efecto del todo positivo para nuestros bolsillos.

No se trata de comprar los productos más caros ni renunciar a los que tienen unos precios más competitivos. Se trata de aumentar el consumo de productos nacionales o producidos en España. No solo los bancos necesitan apoyar a los pequeños comercios y empresarios creo que todos somos responsables de ello. Visitar la tienda de toda la vida de tu barrio en la que muchas veces compraron tus padres antes de que aparecieran los múltiples mercados y transnacionales con sus insuperables ofertas sería un buen primer paso.