jueves, 19 de julio de 2012

Veintiún Gramos. (Dicen)












Dicen que al morir la mayoría de los seres humanos perdemos veintiún gramos, que ese  es el peso equivalente a nuestra alma, el punto de conexión entre el presente, el futuro y la manera en que visualizamos el pasado. Dicen que a medida que envejecemos nos arrepentimos del daño que hemos causado, que nuestro arrepentimiento es sincero en la mayoría de los casos, al punto de en alguna manera pretender enmendarlo. Dicen que los qué de la vida hayamos aprendido algo, nunca nos arrepentiremos de haber amado, por más que haya dolido, aunque no hubiese sido la sensación hermosa y eterna que todos esperamos.


Dicen que la medida en que amas es relativa y tiene que ver con tus recuerdos y la manera de recordarlos. Sin embargo el peso equivalente de tu alma no es un valor relativo y siguen siendo veintiún gramos. No importa las personas que creas haber amado, todas las promesas que hayas hecho o lo que hayas jurado. Parece que el alma es la única parte de nuestro cuerpo que no podemos engañar y tiene una escala de valores que no pueden ser ignorados. Por más que lo intentes para estar mejor, por más veces que beses otros labios. Dicen que mi felicidad gira en torno a esos veintiún gramos y que estos son el equivalente en peso y forma a casi todos tus besos y días que nos amamos. Dicen que el amor es el estado inconexo entre la realidad y los sueños, la parte ignota de mi alma que todavía supone cuánto me pudiste haber amado. La epopeya de un sentimiento narrada mil veces en silencio... 

Y es entonces que para imaginar que existo existes, y para imaginar que existes entre susurros y alguna canción de amor me quedo varado, pensando qué cosas tienen sentido y cuáles no, en que esta será la última vez, el último día que te amo. Pero para que mi vida tenga sentido he de seguirte amando, con el descaro de saber que no soy nada para ti... Y es que mi amor por ti puede ser el más fuerte, pero nada puede si cada vez necesitas un acto de Fe, un milagro. Y ahí va mi corazón otra vez con los veintiún gramos en las manos, sin nada más que ofrecer. Con la única voluntad de amarte y sostenido por su Fe... (Reeditado)



L.P.F.01F.85
Pintor Pablo Picasso:  El guitarrista ciego.